viernes, 29 de enero de 2010

la crisis de la desproporcion

¿Podría ser, en último término, que esa desproporción sea el resultado del egoísmo, el relativismo, el individualismo y hedonismo que se ha instaurado en nuestra sociedad y por lo tanto es el resultado de los fallos de todos nosotros? Síntomas de fallos que reflejan una enfermedad latente: la de no tener la visión de un proyecto global para la humanidad y el planeta en el que vivimos, una visión que nos ayude como individuos a sentirnos parte de algo más que no sea nuestra propia frontera, nuestro cuerpo físico y psíquico. Si fuese cierto aquello que dijo Nietzsche: Dios ha muerto, todo está permitido y las ideologías han desaparecido, ¿con qué vamos a construir el futuro? ¿Cómo enfrentar los retos de lo que Alain Touraine llama demodernización, entendida como fin del concepto de progreso como hasta hoy lo hemos concebido?

Durante estos dos últimos años, el mundo occidental se está enfrentando a la mayor crisis económica y financiera desde el final de la segunda guerra mundial. De supuesto origen financiero, la crisis está afectando a casi todos los sectores por igual y está teniendo como consecuencia directa la aparición de millones de parados, cambios profundos en los movimientos migratorios y otras consecuencias de difícil evaluación al día de hoy. Esta crisis ha puesto en evidencia diferentes fallos que todos advertimos y que tienen probablemente un denominador común: la desproporción. Desproporción entre las necesidades reales y la superproducción de bienes; desproporción entre desarrollo y sostenibilidad; desproporción entre calidad y sentido de vida y las posibilidades verdaderas de realizarlas.

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